Toda ascensión realizada nace de un sueño, de una ilusión por conseguir algo que se desea. No hay montaña que se resista a ser ascendida siempre que se ponga el empeño necesario para llevar a cabo dicha empresa.
En esta ocasión hubo que esperar muchos años. En el primer intento, un día de primavera lluvioso y visibilidad nula, resguardados en el refugio "Selva de Oza" y mientras esperábamos mejores condiciones climatológicas, Chocarro, cansado de esperar la mejoría que no llegaba, dijo con decisión: "yo conozco la subida al Castillo de Acher, ¿alguien me acompaña?" y un par de jóvenes ingenuos le seguimos.
Todo fue bien hasta salir del bosque y llegar hasta el lugar donde empezaba a haber nieve, allí arriba nos encontramos una muralla infranqueable, sin una ruta lógica, ni una huella, rodeados de niebla y nieve, desorientados y sin saber como seguir, la determinación y osadía de Chocarro había llegado a su fin, se impuso dar la vuelta con bastante desánimo, pensando: "otra vez será"
Y esa "otra vez" cuando se ha presentado la ocasión, ha sido cuarenta años después, se ve el Castillo desde abajo y también el camino a seguir, ¡ es la oportunidad de subir a la cima !
Buscando la brecha en la muralla
La dura rampa final que conduce al collado
Paso clave de la ascensión desde donde se divisa la cima
En la cima con la impresionante muralla del Peñaforca al fondo
Mirando al Este las llamativas cimas del Midi y el Balaitus sobresalen entre infinidad de picos
En la cima se aprecia perfectamente la forma singular de su cima
La soledad de primeras horas ha dado paso a una animada concurrencia que no ha querido perderse este bello día de montaña